Resulta que el Factor Zoom –fenómeno así bautizado por la revista británica Tatler- ha provocado que la gente se vea por cámaras como nunca antes lo había hecho.
Y así, como si fuera un espejo de aumento, salen a la luz todas las imperfecciones de nuestro rostro: arrugas, ojeras, párpados caídos… Horror.
Hemos pasado por la desagradable experiencia de ver nuestra cara mucho más avejentada y cansada. ¿Y cuál fue la consecuencia? Un significativo aumento en la demanda de procedimientos estéticos, desde 'retoques', como levantamientos de ojos, hasta 'cambios de imagen de momia' completos, que incluyen un levantamiento de senos, abdominoplastia y liposucción. A medida que las restricciones se fueron levantando los teléfonos de las clínicas de Cirugía Estética estallaron con pedidos de consultas. Así fue como muchos volvieron a sus oficinas misteriosamente más jóvenes, más frescos, más delgados.
Tatler cuenta que un importante cirujano plástico, portavoz de la Asociación Británica de Cirujanos Plásticos Estéticos, relató que con el Zoom la gente debe usar cámaras más que nunca, impulsando los pedidos de retoques, ajustes y procedimientos cosméticos no invasivos a tal punto que las consultas se incrementaron cinco veces más que en épocas normales.
La revista británica menciona el caso de una ejecutiva de ventas de 50 años, de Lancashire, que tras reuniones de trabajo vía Zoom se enfrentó con sus pliegues y ojeras decidió hacerse un lifting de ojos no quirúrgico. Evidentemente la pandemia del COVID 19 ha traído consecuencias impensadas.